Olé tus bemoles, «Jhorhe»

Estoy «plof». Bueno no. Estoy entre «plof» y “ahívalahostia”. Fue ver a Jorge Javier Vázquez arremetiendo como si la vida le fuera en ello contra Isabel Pantoja y me quedé de un aire. Creo que me ha causado un trauma que voy a tener que tratar.

Confieso que no vi la entrevista que Pablo Motos hizo a la artista, el lunes, en El Hormiguero. Pero por lo que he leído… ¡válgame el divino señor! He comido almendras garrapiñadas menos dulces que la susodicha entrevista. Pero ése no es el tema (el más importante, al menos) La verdadera razón del enfado de Jorge Javier llegó cuando la artista se refirió a él, sin nombrarlo, de manera despectiva. Y, evidentemente, el presentador de Sálvame se dio por aludido. ¡Vaya si se dio!

El presentador de Sálvame en un momento de su alocución contra Isabel Pantoja

Fue entonces cuando en su programa, de una manera durísima y sin ningún tipo de edulcorante, puso a la Pantoja a caer de un burro mandándola a los mismos infiernos. ¡Vamos!, que me dicen a mí públicamente la mitad de lo que Jorge Javier dijo el martes a la tonadillera y me voy de España. Sin billete de vuelta.

Por no hablar de la sobrina. ¡Menudo papelón! Reconozco que yo no hubiera aguantado la situación. Me habría quedado sin trabajo, seguramente. Pero no habría tenido las tragaderas que la buena de Anabel mostró. Vaya empacho de hiel, hija, ante las palabras de «Jhorhe», como tú lo llamas. ¡Que mal rato, por Dios! Y además sabiendo que hiciera lo que hiciera iba a salir perdiendo. Y se le iba a criticar sí o sí.

¿Que se marchaba de plató? Pues no es buena profesional. ¿Qué se quedaba? No tiene dignidad. En fin. Que lo siento por ella porque no me gustaría estar en su piel por nada del mundo.

Y hablando de pieles. Después de hacerme una exfoliación, pero mental, para asimilar esta situación, y una vez hecho examen de conciencia me atrevo a decir: ¡Olé tus cojones, Jorge! Porque te atreviste a decir lo que muchísima gente piensa pero nadie osa pronunciar. Porque dijiste lo que sentías, sabedor de tu poder, eso sí, que lo tienes y mucho. Y no sólo eso. Es que mañana te sometes a un polígrafo. ¡Tiembla Pantoja! Y a ver si es verdad que comienzan a saberse muchas parcelas de la vida de la tonadillera que, como en el caso de Bárbara y el Rey, todos presumimos saber, pero nadie se atreve a decir. ¡Y basta ya de armarios, mesas camilla, mesillas de noche y juegos de cama varios!

Y sí, ha tenido que saltar el presentador enrabietado para que se apunten al carro otros damnificados del carácter de la cantante. Que si Las Mellis, que si Parada… ¡Ay si Encannnnnna levantara la cabeza!

Lo siento por mi abuelita, que adoraba a la artista. A la artista. Artistaza, diría yo. Pero una cosa es la vida profesional y otra la personal. Y aquí, Maribel, ha hecho las cosas muy mal. Rematadamente mal. Y no sólo me refiero a la cárcel.  Su papel de la viuda de España caducó hace tiempo. El servilismo ya no se estila. Afortunadamente ya no quedan santos inocentes, ni “Pacos” ni “Régulas”. Así que si vendes tu vida, como otra manera de ganarte la vida, recuerda que la tienes que tener muy limpia. O ir con la verdad por delante. La plebe lo agradeceremos más, querida. Si al fin y al cabo este país lo perdona todo. ¡Y hasta olvida! Más cercanía, mujer. Baja del altar ése que te has creado. Que eres cantante, no la descubridora del ADN, ni Santa Teresa de Jesús.

 

Luego llego y me compro la revista HOLA, emocionada, porque sobre la foto de la tonadillera, y en portada, leo: “Revelaciones sobre su nueva vida. El retorno de Isabel Pantoja. Sus palabras más esperadas y las que se quedaron por decir”. ¡¡Agggggghhhhhh!! Pensé. Que ha concedido una entrevista en la que va a hablar de lo que pasó por alto en El Hormiguero. Pero no. La publicación se limita a reproducir sus palabras en el programa de Pablo Motos y decirnos lo que ya sabíamos: Que no habló ni de lo vivido en la cárcel, ni de Julián Muñoz, ni de la madre biológica de su hija, ni de Dulce, ni de la herencia de Francisco y Cayetano Rivera. ¡Pues vale! ¡Me quedo como estoy! Nunca una portada fue menos reveladora, la verdad.

 

Y así, en este estado de nerviosismo, me tienen. Pegada a la tele, a twitter (y eso que no me acaba de gustar del todo) y pensando qué coño hacer de cena mañana para no perderme ni un segundo del Sálvame de Luxe.

¡Ay que vida tan dura la de la chismosa!

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