Unos dicen que está loco. Otros… que es un genio.
Criticado y alabado, casi a partes iguales, nuestro Ángel Rufino de Haro no deja a nadie indiferente.
Era un niño cuando, viviendo en la casa de La Latina, veía a un señor ascender a la catedral cada 31 de octubre. Se trataba de Fabián Mesonero Plaza, el último descendiente de la familia de los «Mariquelos» que subía para cumplir con una tradición que se remonta a mediados del siglo XVIII.
¿Por qué esa tradición? Un terremoto asoló la ciudad de Lisboa el 1 de noviembre de 1755 y sus devastadores efectos se sintieron también en Salamanca. La reciente Catedral Nueva, que se acabó de construir en 1733, sufrió importantes desperfectos, como el campanario, que desde entonces tiene una pequeña inclinación. Después del terremoto hubo que rehacer la cúpula pero… ahí siguió la Catedral Nueva: fuerte, erguida, hermosa… y en pie.
El Cabildo Catedralicio lo consideró un milagro y decidió que, a modo de agradecimiento y con el fin de comprobar cómo evolucionaba esa inclinación, todos los 1 de noviembre se celebrarían actos religiosos y la víspera, el día 31 de octubre, se avisaría a la ciudadanía tocando las campanas de la torre.
La familia que se encargaba de tocar las campanas, y que vivían en la Catedral, eran los Mariquelos. Y desde aquel entonces se fue cumpliendo esa tradición, hasta 1976, última vez en la que un «Mariquelo» subió a lo más alto de la catedral.
Pero ahí estaba Ángel que, recordando su niñez y a aquel hombre acariciando el cielo cada 31 de octubre, propuso al deán unos años después recuperar aquella tradición. Que él se atrevería. Que era capaz. Y, además, vestido de charro y con su gaita y su tamboril. Corría el año 1986.
Y con su constante aprendizaje, con su empeño en enseñar a los demás, Ángel se fue convirtiendo en un referente para el folclore salmantino. Un virtuoso de la gaita y el tamboril. Un amante de la tradición y de las nuevas vanguardias. Un genio loco, un loco genio que ha hecho de sus virtudes una profesión. Que lleva el nombre de Salamanca y su música tradicional a todos los lugares del mundo.
Soy fan de El Mariquelo y de lo que representa. Pero también soy fan de Ángel. De su valentía. Del personaje que recuperó. Del que fue creando añadiendo sus matices y su personalidad.
Su vida al límite. Su entrega en todo lo que hace. Su lealtad a los amigos. Y la collera perfecta que ha creado junto a su mujer, María. Tanto monta, monta tanto.
Son mis amigos. Los admiro. Los respeto. Los valoro. Y estoy muy orgullosa de que así sea.
Mañana, 31 de octubre, El Mariquelo volverá a tener como límite el cielo en la que será su XXXV ascensión a la torre de la Catedral Nueva. Y además, lo hará en apoyo de los enfermos de Alzheimer, de la Asociación Ariadna Autismo, Encefalomielitis Miálgica y los que, como yo, convivimos con la Esclerosis Múltiple.
A esta entrevista que hoy recupero le tengo un cariño muy especial. Fue la primera que hicimos en el decorado que la productora Broadcast TV creó para el programa «En la Intimidad», emitido en Televisión Salamanca.
Gracias Ángel. Gracias Mariquelo.