Confieso. Mi intención hace unas semanas era escribir de Supervivientes. Y bien que lo intenté. Pero sólo fue al principio. Lo siento. Porque no he conseguido engancharme. Y mira que animaba a la dueña de esta casa a que lo viera también. Pero nada. No ha habido manera. Así que nuestras reuniones de contenidos están yendo por otros derroteros.
Por ejemplo. La he convencido para que vea First Dates. No voy a desvelar qué opina ella, que para eso tiene su espacio, pero yo no puedo quedarme parada sin mis «sibílicos» (que no sibilinos) comentarios.
Me parto, me troncho, y me mondo, como diría aquel. No tiene desperdicio. Ni las presentaciones, ni el equipo, ni los comentarios de Sobera, ni el momento «fotomatón», ni la despedida, ni por supuesto los verdaderos protagonistas: los buscadores del amor. Y con la televisión de por medio.
Se ve cada espécimen… para echar de comer aparte. Los hay raros, raritos. Los que buscan su minuto de gloria. Los que sólo saben hablar de sí mismos y se preguntan por qué no triunfan en el amor (¿mande? pues está claro ¿no?) Los que han tenido malas experiencias y suman otra; los que buscan una oportunidad… y la encuentran… En fin, un curioso jardín de personajes que me hacen la noche la mar de agradable. Y es que, esto de encontrar el amor parece que funciona en todos los formatos: Que si aquel busca esposa. Que si hay un príncipe por esos lares de dios buscando a su princesa, que si desnudos, que si vestidos… Quizá por eso va a volver una versión de Lo que necesitas es amor. ¿Recuerda? Aquel programa de la caravana del amor que primero presentó Isabel Gemio y luego el gran Jesús Puente. Y ya me veo yo a Goyo González presentando de nuevo ese «gran» formato veraniego llamado Uno para todas; o al ahora entrevistador de fama, Bertín Osborne y su Contacto con tacto. Y es que viendo el éxito de Mujeres y Hombres y Viceversa… (por el que yo no habría dado ni un duro, y mira), cualquiera no se lanza a facilitar el amor.
Pero bueno, que ya se me ha visto el plumero y por los datos lanzados habrá podido averiguar que nací a finales de los 60 del siglo pasado. Pasan los años. Pero sí, querido, como ve… todo está inventado.