Gloria Camila… me gustas. Y además mucho. Creo que eres una gran tía.
Fíjate que tenías todas las papeletas para ser criticada… pero mira por dónde estás dando una lección de madurez que para sí quisieran muchas señoronas de la alta sociedad.
Me explico.
Con tan solo tres años la vida te dio la oportunidad de tener una familia. Y no una familia cualquiera. Tus padres cumplían a la perfección las leyendas de las coplas: El torero y la tonadillera. La pareja más conocida de España. Ella: la mejor voz del país. Él, el hombre valiente que triunfaba en los ruedos. Pero cuando todavía no habías empezado casi a saborear la grandeza de tener una mamá, de repente, y de manera brutal, la puñetera enfermedad se empeña en arrebatártela. La felicidad de tener una familia completa duró poco. Muy poco. Tenías 10 años. Y volvías a ser huérfana.
Tu hermano, tu hermano de sangre, tu hermano del alma, ése al que adoras, tiene una personalidad complicada. Ya desde que era un niño supiste que tenías que protegerlo. Ejercer de hermana mayor siendo tres años más joven. Te convertiste en cuidadora, protectora, educadora y cómplice. Imagino las lágrimas que habrás derramado viendo cómo le atraía la vida de “los malos”. Que no era tan fuerte como tú. Ni tenía las cosas tan claras. Que elegía el camino equivocado. Las pésimas amistades. Los peores vicios. Y se te fue alejando. Sin poder hacer nada. Sin que te escuchara. Sin que te hiciera caso. Y, ahora, con 21 años, sigues luchando. Intentando convencerlo de que está a tiempo de cambiar. De dar un giro a su vida. Que todavía puede desterrar el pensamiento de los que lo dan por perdido. Ése que afirma que es “carne de cañón”. Aunque estés hartita de ir a verlo a la cárcel o a centros de desintoxicación.
Demasiado rápido te diste cuenta que tu hermana, la hija de tu madre, no era más que una extraña para vosotros. Una figura altiva y egoísta que decidió hacer su vida cuando “la más grande” desapareció. Y os dejó en la estacada. Y el teléfono no sonaba. Y nunca había un “qué tal estás”. Un “necesitas algo”. Un “aquí estoy”. Y también se te fue. Sin tú elegirlo. Sin poder hacer nada más que sentir rabia. Y preguntarte ¿por qué?
Y, por si fuera poco, tu padre, el hombre que os quiere, vuestra figura a seguir, se equivocó. O no supo cómo hacerlo. Se desmoronó. Se le vino grande la soledad. Y se refugió en el alcohol, como él mismo ha confesado. Y para colmo un desgraciadísimo accidente lo llevó a la cárcel en 2014. Y ahí estabas tú. Tirando del carro. Con flashes inquisidores persiguiendo tus movimientos. Tus entradas, tus salidas. Sólo tenías 18 años recién cumplidos cuando tu padre ingresó en prisión.
Tu mamá fallecida, tu hermano por el mal camino; tu hermana, de madre, sin querer saber nada de vosotros; tu padre en la cárcel. Un hermanito, de padre, con un añito. Y una sobrina, a la que llamas hermana, Ro, que no quería saber nada de su madre Rocío Carrasco. ¡Qué complicado!
¿Es Rociíto la mala de la película? Ignoro los motivos que le llevan a actuar de esta manera. Sólo sé que la primogénita de Rocío Jurado está sola. Rodeada de su Fidel y dando una imagen de fría, calculadora y distante. Estancada en una eterna y sucia guerra con su ex, Antonio David Flores, y alejada de sus hijos, Ro y David, que ya mayores de edad, prefieren estar con su padre.
¡Qué triste Rocío! ¡Qué triste! Tener dos hijos y que ninguno de los dos quiera estar contigo. Ya puedes tener el oro. El moro. Y hasta la lámpara de Aladino. No tienes el amor de tus hijos. Y ésa… ésa sí que es la peor condena.
Sin embargo tú, Gloria Camila, tienes el cariño de los tuyos. El apoyo incondicional de tu familia. No hay más que ver las últimas fotos del homenaje realizado a Rocío Jurado en Chipiona. Las veo en la revista Lecturas, donde un cariñosísimo beso de tu sobrino David me hace sonreír. Te quiere. Y lo demuestra.
Te admiro Gloria Camila Ortega Mohedano. Por tu fuerza. Tu personalidad. Callando bocas junto a tu novio, Kiko, que pese a tener colgado el sambenito de ser un “viceverso” es discreto y permanece a tu lado, en la sombra.
Y sí, ya sé que esta sección es más molona cuando ponemos a parir al personal, que es lo que más vende. Pero ¿qué quieres que te diga? Hoy me he dado cuenta que Gloria Camila me gusta. ¿Y por qué no decirlo? Querida niña, obligada a madurar demasiado pronto: “chapeau”. Y que la vida, por fin, comience a sonreírte.