Hace 18 años que se me paralizó el lado derecho del cuerpo por primera vez. Que lloramos impotentes ante la incertidumbre y los porqués. Yo tenía 27 mayos y, de repente, había sufrido un supuesto infarto cerebral.
Hoy hace 18 años que todo cambió para siempre. Que supimos qué es lo verdaderamente importante. Que aprendimos a reconocer quiénes sí… y quiénes no. Supimos de la grandeza de un “aquí estoy” y del valor de unos hombros en los que apoyar la frente.
Fue mi primer brote al que siguió otro cuatro años después. Esta vez… paralizándose el brazo, la pierna y la boca.
Tiempo de rehabilitación y recuperación. Años de dudas. De miedos. De angustias. De preguntas sin respuesta hasta que en 2014 dio la cara y le pusimos nombre a nuestros temores.
18 años contigo, diabólica inquilina esclerosis múltiple. Pero hoy somos más fuertes. Más sabios. Más firmes.
Aquí estoy, íntima enemiga, brindando por la vida, poniéndome el sombrero para demostrarte que ante ti… no existe la rendición. Ni la culpa.
Y algún día, estoy segura, y gracias a la ciencia, te invitaré a marcharte por donde viniste! En silencio. Dejándome en la tranquilidad que me robaste.
18 años contigo. Y aquí seguimos erguidos. Mirando de frente. Y con la esperanza como horizonte.
Feliz aniversario, querida enemiga. Feliz aniversario.
