¿Desmontando San Valentín?

 

Me he quedado de piedra. Leo en El Mundo que el gobierno del Pacte en el Consell de Mallorca ha lanzado una campaña institucional, promovida por Podemos, contra la celebración de San Valentín, en la que vincula el Día de los Enamorados con la violencia contra la mujer.

¿Mande? ¿Me está usted diciendo si puedo o no puedo celebrar San Valentín como me salga del mismo moño? ¿Me está usted diciendo que porque me guste regalar a mi marido una triste corbata estoy favoreciendo la violencia contra la mujer? ¡Me lo repita, por favor!

¿Pero dónde vamos a llegar? ¿Pero qué es este populismo barato y sin sentido? ¿Pero lo están diciendo en serio? ¿Cómo se atreven a comparar una celebración del amor con la violencia machista? Que esto es mucho más serio, señores de Podemos de Mallorca.

 

En primer lugar. Respeto que haya personas que no sean partidarias de celebrar San Valentín. Llámelo consumismo o llámelo que está tieso (partiendo de la base que para regalar no hace falta desembolsar dinerito, que hay regalos que no se compran). O llámelo que no está enamorado. Solución: No se regala nada y listo. Fin del problema. ¿Que hay muchos días para regalar y no precisamente un 14 de febrero? Pues hágalo y punto. ¿Dónde está el inconveniente?

 

En segundo lugar. ¿Que le gusta celebrar San Valentín y gastarse una pasta gansa en cualquier regalo para su pareja? Pues ¡enhorabuena! Me alegro un montón. ¿Que no tiene un duro pero dedica unos minutos de su tiempo para escribir en un papel un “te quiero” y dárselo a la persona que ama? Pues genial. Me parece perfecto. De verdad. ¿Qué tiene de malo eso? ¿Qué tiene de violento decir “te quiero” un 14 de febrero?

 

Miren ustedes, politicuchos. A mí San Valentín me la refanfinfla. Pero soy la primera que se viste de rojo ese día. ¿Por qué? Porque me da la gana. Soy la primera que pienso en qué le puede hacer ilusión a mi marido para poder regalárselo. Y busco las vueltas para ofrecerle ese detalle. ¿Por qué? Porque me da la gana. ¿Que no tengo dinero? Le escribo una carta. ¿Que lo tengo?, le compro una isla en el Pacífico.

Pero que nadie se atreva a decirme si puedo o no puedo celebrar San Valentín, ¡faltaría más! Y mucho menos decirme que porque me haga ilusión que me regalen flores un 14 de febrero mi marido, y digo bien, MI marido, (porque es mi marido, y el de nadie más, porque entonces sería bígamo y eso, me da a mí, que en España es delito) está fomentando la violencia machista. ¡Porque me parto y me troncho!

La campaña llamada “Desmontando San Valentín” es una completa tontería. Estos, que tanto defienden las libertades, que se llenan la boca con la palabra “igualdad”, se atreven a decirme cómo tengo o no tengo que amar. Si puedo o no puedo regalar. Osan afirmar que “el mito romántico muchas veces está en la base de unas relaciones muy desiguales y muy tóxicas”. ¿Tóxico? Lo que se habrán fumado ustedes para promover esta patochada ridícula.

Preocúpense de los verdaderos problemas de los ciudadanos y dejen a Cupido con sus flechas en paz. Que la violencia machista es otra cosa, señores. Mucho más seria y más importante que celebrar, o no, un 14 de febrero.

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