Íntima enemiga

Cansada de estar cansada

inutilicé mi alma.

Consciente. Tan consciente que ahogaba.

Y por un segundo, uno solo, encontré la calma.

Era mágica. Callada.

Tan grandiosa que asustaba.

 

Y sin fuerzas para luchar,

aturdida,

mi mismo miedo me obligó a cambiar.

Estaba decidida.

 

Cantando a mi destino desecho los atajos

que marcan el camino de mi caminar.

Y rio. Y sonrío. Y vuelvo a entonar

una melodía de sueños, de harapos, de andrajos,

de sedas y linos que quieren volar.

 

No puedo ni describirte:

Dañina,

caprichosa en altas dosis.

Cruel, rabiosa, cansina.

¡Maldita tu estirpe!

¡Maldita esclerosis!

 

Te tengo y no quiero. Perdí la batalla.

Y ondeo la bandera de la rendición.

Quemaste mi sol con balas de plata.

Llegaste a traición. Me gustes o no.

 

Pero hoy por fin, ya lo entendí

y te brindo el sofá de mi casa.

¿Sorprendida?

No te odio. Pasa.

Eres bienvenida

a este viaje sin vuelta.

a este viaje de vida.

 

Cabalgaremos unidas este éxodo sin dueños.

Templando a la suerte y jugando a ganar.

Compañera de ida,

de saltos, de extremos.

Íntima enemiga:

Mi enfermedad.